La Santa Inquisición
La Inquisición Medieval
Con el término
Inquisición se hace referencia a diversas instituciones creadas con el fin de
suprimir la herejía – doctrina mantenida en oposición al dogma de cualquier
iglesia –, dentro del seno de la Iglesia Católica. La Inquisición medieval, de
la que derivarían todas las demás, fue fundada en 1184 en el sur de Francia
para combatir la herejía de los cátaros o albigenses, pero tuvo poco efecto al
no proporcionarse apenas medios.
La Inquisición
en sí no se constituyó hasta 1231, con los estatutos Excommunicamus del papa
Gregorio IX. Con ellos el papa redujo la responsabilidad de los obispos en
materia de ortodoxia, sometió a los inquisidores bajo la jurisdicción del
pontificado, y estableció severos castigos.
El cargo de
inquisidor fue confiado casi en exclusiva a los franciscanos y a los dominicos,
a causa de su mejor preparación teológica y su supuesto rechazo de las
ambiciones mundanas. En un principio, esta institución se implantó sólo en
Alemania y Aragón, aunque poco después ya se extendió al resto de Europa,
siendo su influencia diferente según el país.
Tribunal de la Santa Inquisición y del
Santo Oficio
En 1478 es
fundado en España por los Reyes Católicos – Isabel y Fernando –, con la
autorización del papa Sixto IV, el Tribunal de la Santa Inquisición, un
Tribunal mixto, integrado por varios eclesiásticos, expertos conocedores del
dogma y moral católicos, del Estado y de la Iglesia, que se ocupaba de juzgar
los delitos relacionados con la fe y las buenas costumbres. El principal
propósito del tribunal era vigilar la sinceridad de las conversiones de judíos
y musulmanes. El primer inquisidor general fue el célebre fray Tomás de
Torquemada.
Ya en 1569,
durante el reinado de Felipe II, se estableció Tribunal del Santo Oficio de
Lima y México y en 1610 se estableció el tercer y último tribunal en Cartagena
de Indias. Hubo algunos casos de tortura al comienzo, como el cacique Don
Carlos de Texcoco o los tres indios de Tlaxcala, pero fueron tan polémicos que
dos años después los indígenas fueron excluidos de la acción de dicho Tribunal
al considerarlos neófitos en la fe. Aún así el número de reos fue elevado, como
ejemplo, el inquisidor Pedro Ordónez Flórez, quien dejó 184.225 presos en 17
años.
La Inquisición
en América actuó muy específicamente sobre judíos conversos, generalmente
portugueses. En la historia del tribunal de Lima hubo 32 víctimas, 23 fueron
procesadas por judaizantes – difundir el judaísmo secretamente –, 6 por
protestantes – en su mayoría piratas capturados en actos de guerra –, 2 por
explícita herejía y un caso de "alumbrado" o falsa santidad. También
se actuó sobre luteranos franceses o flamencos, además de algún dominico de
bragueta ligera o cristianos viejos de conducta escandalosa. Desapareció con la
independencia de las naciones hispanoamericanas, en 1814. En España duró hasta
la muerte de Fernando VII, en 1833.
Se dice que la
Edad Media fue la edad de oro de los torturadores y de la imaginación puesta al
servicio de los mismos. Si bien existe un atisbo de realidad en esta idea sobre
la tortura, podemos desmitificar a los inquisidores como los mayores
torturadores de todos los tiempos, puesto que otros, en etapas posteriores, han
sido mucho más eficaces.
Al llegar a
una población se proclamaban dos edictos, el "edicto de fe", obliga a
los fieles, bajo pena de excomunión, a denunciar a los herejes y cómplices, y
el "edicto de gracia", en que el hereje, en un plazo de quince a
treinta días, podía confesar su culpa sin que se le aplicase la confiscación de
sus bienes, la prisión perpetua ni la pena de muerte.
Esto provocaba
autoinculpaciones, pero también numerosas delaciones, protegidas por el
anonimato. Los "autos de fe" eran los cumplimientos de las sentencias
dictadas por el Tribunal de la Santa Inquisición, que consistían, generalmente,
en actos públicos aparatosos y solemnes que se llevaban a cabo en las plazas
públicas, en donde se celebraba una misa y se leían los delitos del penitente y
su sentencia. A pesar de las atrocidades que el Tribunal cometió, la
Inquisición era algo deseado y apoyado por el pueblo, que veía a los
protestantes como traidores que estaban trabajando para los enemigos de España.
En 4 siglos de historia, la inquisición ajustició en torno a 5.000 personas.
El inquisidor
Torquemada estableció en forma categórica que los reos no deberían sangrar ni
sufrir lesiones. Se ideó entonces un sistema de tortura que buscaba dar dolor
sin dejar mayores heridas. Tal fue el caso del "potro", instrumento
de tortura en el que la víctima, atada de pies y manos con unas cuerdas o
cintas de cuero, a los dos extremos de este aparato, era estirada lentamente
produciéndole la luxación de todas las articulaciones -muñecas, tobillos,
codos, rodillas, hombros y caderas-; el "castigo del agua", que lo
obligaba a tragar agua en demasía, aproximadamente 10 litros, ayudándose el
torturador de un embudo y le impedía respirar, produciéndose en la mayoría de
las ocasiones la explosión del estómago; y la "garrucha", cordel
atado a una polea que alzaba al prisionero desde los brazos, atados a su
espalda, llevando un fuerte peso en los pies.
Ante los más
recalcitrantes se empleaba un "brasero en llamas", que se acercaba a
los pies del prisionero para que tuviese una primera impresión de lo que sería
su muerte en la hoguera sino confesaba sus pecados.
Otros métodos
eran la "Cuna de Judas" que consistía en atar a la víctima de las
muñecas y elevarla, para luego dejarla caer sobre una pirámide muy puntiaguda
para que con su propio peso se le clavara en el ano, escroto o vagina. La
"rueda", era un instrumento que fue introducido en Francia en el
siglo XVI, y que era muy utilizado en la zona germánica de Europa. El reo era
ataba desnudo a la rueda, de pies manos y cuello; mientras que el torturador le
rompía poco a poco los huesos de sus miembros, que era el objetivo de esta
tortura, pudiendo aderezarla con hierros candentes, cortes, mutilaciones y
algunas cosas más, que se le pasara por la imaginación. También era habitual,
colocar un miembro de la víctima o todo el cuerpo, entre los radios de la rueda
y hacerla girar, quebrantándole los huesos.
El método de
la "toca" fue muy utilizado por la Inquisición española de los siglos
XV y XVI. Su nombre procede de uno de los elementos necesario para esta
tortura, la toca, que era una tela blanca de lino o seda con la que se hacían
en aquella época las tocas o pañuelos que cubrían la cabeza de las mujeres.
Esta toca, se introducía en la boca de la víctima, intentado que incluso llegara
hasta la tráquea, y posteriormente se vertía agua sobre la toca, que al
empaparse, provocaba en el reo una sensación de ahogo e innumerables arcadas.
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